miércoles, 10 de septiembre de 2008

Una margarita

Ahí estaba ella, tan bella y delicada, con ese vestido blanco que resaltaba su piel canela no había mujer más bella para Oscar, disfrutaba cuando reía, contemplaba cada cosa que hacia y se imaginaba el día que pudiera conocerla.
Su timidez le impedía acercarse a la mujer que tanto quería, se conformaba con verla desde la ventana de su habitación, temía que ella lo rechazara o que se riera de sus sentimientos por lo que la prefería amar en silencio.
Pero una mañana aquella mujer al notar que Oscar la observaba decidió dejarle una nota en el buzón de su casa que decía: " Me gustaría escuchar de tus labios lo que me dices cada día que me miras desde tu ventana" y fue así como Oscar se lleno de valor y la mañana siguiente estaba sentado en el banco que daba hacia su casa a la espera de aquella bella mujer, con una margarita en sus manos y el valor en su corazón, dispuesto a decirle cuanto la amaba, como aprendió a quererla desde la distancia, y que le gustaría compartir con ella cada uno de sus días...

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